Este miércoles viajé de Burgos a Madrid por la mañana y regresé a la tierra del Cid por la noche. En autobús, en ambos casos. Aunque durante los trayectos escribí bastante tuiteos, me quedé corto. Me habría gustado contar más cosas*.
Vamos por partes. Salí del bus, tras el viaje de ida, crispado, irritado, muy cabreado. Conmigo, sobre todo conmigo, y también con el resto de los pasajeros. Por nuestra pasividad: un cretino, un maleducado se pasó la mayor parte del viaje hablando a voz en grito por teléfono. Pego algunos de los tweets:
La gente habla por teléfono en el bus como si estuviera sola, y como si no molestara. "La soberbia es fruto de la inseguridad", dice uno
@TuristaEnTuPelo Qué va. Nos ha contado a la "audiencia del bus" todo: desde cómo se llama, hasta el nombre de su empresa, sus clientes...
"Al final el Joselito lo comemos siempre los mismos". En un bus puedes encontrarte con un estudiante, un currante, un oligarca...
Al llegar a la estación de Avenida de América, los pasajeros intercambiamos miradas resignadas, presuntamente "significativas". Durante el viaje, más de una vez alguno de nosotros nos giramos hacia el charlatán, pero él no nos vio, o no quiso vernos: hablaba en la parte de atrás, mirando hacia la ventana. Mientras padecíamos su verborrea, intuyo que más de uno estuvo a punto de afearle su conducta. Pero ninguno dijimos ni mu.
Quiza si hubiera torturado nuestros oídos un chaval desaliñado en vez de un señor encorbatado nuestra reacción habría sido diferente... El "caballero" nos contó los millones de euros que factura, los millones de euros que ha ganado en los últimos meses, dónde estudian sus hijos, por qué han tenido que prescindir de unos o qué debe hacerse para camelar a otros. Chapurreó un inglés atroz y un comantalevú que retumbaba dentro del autocar. Nos enteramos del nombre sus empleados y sus familiares, y de vivencias y anécdotas que no deberían trascender de una conversación privada.
Por la noche, regresé en el autobús de las diez. Llegamos a Burgos con casi dos horas de retraso, y poco faltó para que no pasáramos la noche en Aranda, o en un arcén. Durante el viaje, nos topamos con la nevada, y la reacción de los pasajeros varió por completo: como suele ser habitual en estas situaciones, surgieron muchos diálogos, hubo risas, quien no tenía teléfono pudo llamar a sus familiares y amigos. Reproduzco los tuiteos:
A la altura de Aranda la guardia civil ha obligado a parar al autobús... aunque aquí no está nevado. Estábamos en la A1, rumbo a Burgos
Continuamos el viaje, tras mostrar las incidencias que muestra la DGT en su web. La A1 está algo nevada a la altura de Cilleruelo de Abajo
A la altura de Lerma, a 37 km de Burgos, por la A1, nos topamos con una quitanieves. Dóciles, risueños, seguimos su rastro a paso de burra
http://twitpic.com/tt3az En la parte de atrás del bus vemos las luces de la quitanieves y poco más. 20 km a Burgos
Estamos muy cerca ya de Burgos... Vemos algunos coches, pocos, varados, encallados. Seguimos despacio, apetece bajarse y correr por la nieve
Cogollos, podemos leer en un cartel en el km 221 de la A1. No, no son los de Tudela. Seguimos, cada vez más lentamente, cada vez más cerca.
Al ordenador le queda media hora de batería. A nosotros ocho kilómetros, parece que dormiremos en Burgos...
Llegamos a Burgos. El conductor se ha ganado un aplauso. La ciudad duerme nevada http://twitpic.com/ttcni
El Cid, nevado http://twitpic.com/ttdmc http://twitpic.com/ttdr9 Buenas noches.
(* Inciso: cualquier cosa merece ser contada, o mejor dicho cualquier cosa puede ser contada; otra cuestión puede ser que aburramos a las ovejas contándola, o que entretengamos, informemos, hagamos pasar el rato, qué sé yo... ¿A quién no le gusta contar lo que ve, lo que siente, lo que piensa?)
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Publicado el 17 de diciembre de 2009 a las 10:30.